LA ÚNICA CAUSA DE LA CRISIS FINANCIERA INTERNACIONAL

La crisis financiera internacional tuvo una sola causa raíz y por supuesto muchas consecuencias, como el descomunal endeudamiento de los gobiernos, la falta de empleos y la caída de la actividad económica, la falta de créditos e inversiones, etc. La crisis no fue causada por acciones planificadas de alguna conspiración internacional, y pudo ser prevista como la lógica consecuencia a errores de diseño de los derivados financieros y de los registros de titularidad de activos financieros. Veamos las razones.

La causa de la crisis fue la falta de “estudios de toxicidad de activos” ante el desarrollo de sofisticados derivados financieros, en un contexto de gran velocidad de transacciones propio de las comunicaciones digitales. La velocidad de creación y desarrollo de los nuevos productos financieros impidió que se hicieran los estudios de toxicidad pertinentes.

Evidentemente la falta de pago de algunos deudores hipotecarios en EEUU no fue la causa de la crisis. Plantear que los “activos tóxicos” fueron causados solo por errores de los bancos de EEUU en el otorgamiento y securitización de créditos hipotecarios, no explica el tamaño del quebranto. Un siete por ciento de incumplimiento en hipotecas de alto riesgo o sub prime que fueron financiadas o aseguradas con instrumentos financieros derivados (quizás apenas unos cuantos cientos de miles de millones de dólares) no produjeron la parálisis del sistema financiero.

En una entrevista de Luís Carlos Vélez de CNN al economista peruano Hernando de Soto el 19 de septiembre 2009, La economía postrecesión 04 se señala que los activos tóxicos fueron derivados crediticios mal diseñados o mal registrados, que perdieron la confianza del mercado, el que dejo de demandarlos o valorarlos (ver también los otros 3 videos anteriores). En el pasado Hernando de Soto había identificado a los “activos mal registrados” como la causa que había impedido que los pobres movilicen sus activos desde la economía informal hacia una economía de mercado inclusiva. El Instituto para la Libertad y la Democracia (ILD) de Lima trabaja desde hace años para incluir esos activos mal registrados de los pobres en todo el mundo. Análogamente esta crisis actual también se debe a “toxicidad por activos mal diseñados y deficientes registros de titularidad”.

Nadie puede considerar “intervencionismo gubernamental” que haya controles bromatológicos municipales en los restaurantes. Tampoco implica intervencionismo gubernamental que sea eliminada “la toxicidad del mercado financiero”. Nadie puede almorzar tranquilo en un restaurante sin controles bromatológicos, de igual forma quien hace un pequeño depósito bancario también necesita un banco libre de activos tóxicos. En suma, la más amplia libertad de trabajo y de comercio, no incluye vender comida sin controles bromatológicos. De forma similar los bancos no pueden vender los valores de Madoff, títulos de países quebrados, Credit Default Swaps (CDS) por hasta 700 veces el patrimonio sin regulaciones, etc. porque la gente supone que operan solo con activos confiables.

Entre los sofisticados swaps están los de tipo de interés. En estos swaps cada pata esta referenciada a diferentes índices de tipo de interés. Quienes sabían que los gobiernos ante una suba de tasas actuarían inmediatamente produciendo la baja, lograron ganarles a quienes mal informados estimaban que las tasas podían subir demasiado. En lugar de usar los swaps para cobertura, ¿no sería mejor definir con mayor seriedad y claridad las políticas de la FED para reducir los abusivos negocios de “los mejor informados”?

Las “regulaciones al sistema bancario no deben ser ni pocas, ni muchas”, lo importante es que sean pro mercado. El padre de la Constitución Nacional Argentina, Juan B Alberdi en 1853 alertaba sobre “los infinitos medios cómo la libertad económica puede ser derogada por la ley orgánica” y “cómo el derecho al trabajo, declarado por la constitución, puede ser atacado por la ley.” También en 1937 Wilhelm Röpke planteaba que en la economía solo había que evitar las “intervenciones no conformes a la libertad” y favorecer las “intervenciones conformes a la libertad”, es decir al funcionamiento del mercado que respeta derechos individuales.

La desregulación de la aeronavegación comercial favoreció el progreso comercial y turístico sin reducir la seguridad sobre accidentes aéreos, de igual manera una amplia desregulación financiera pro mercado puede favorecer el crédito y el progreso pero con “toxicidad cero”.

Los bancos deben ayudar, pero no bastan. Si la gente llega al convencimiento que protección de sus ahorros esta en duda aparecen las corridas o una mayor operación de la gente fuera del sistema bancario. Por ejemplo, los Corralitos Bancarios en Argentina han servido para alejar a la gente de los bancos.

Los gobiernos no pueden eliminar la toxicidad comprando los activos tóxicos con dineros del contribuyente, ni creando mágicos “Bad banks”. Hay que identificar errores de diseño o de registro de titularidad de activos, pero no debe confundirse toxicidad con errores comerciales de los banqueros, los cuales se deben resolver con la ley de quiebras.

No debe limitarse ningún tipo de desarrollo financiero, ni se trata de eliminar la libertad de trabajar, de comerciar, de financiar, y de invertir. Hoy la Internet, los teléfonos celulares, etc. sirven para operar en operaciones financieras. La creatividad financiera no debe tener ninguna limitación, pero tampoco la ley de quiebras debe dejarse de aplicarse estrictamente para todos pagando salvatajes con dinero del contribuyente.

La economía de mercado y hasta el más antiguo mercantilismo necesitaron registros de titularidad adecuados para los activos y las transacciones que los incluyen. La titularidad de activos mal registrada hace que los pobres no logren los créditos que merecen, y que los pícaros finjan la solvencia que no tienen.

La droga medicinal Thalidomide hace medio siglo usada sin apropiados “estudios de toxicidad”, causó defectos de nacimiento graves, y peligro de muerte. Hubo defectos de nacimiento peligrosos, incluyendo bebés sin brazos ni piernas; brazos y piernas cortos; sin huesos; anomalías en los oídos, los ojos, la cara y el corazón; y la muerte del bebé. Hoy luego de “estudios de toxicidad” esta medicina únicamente está aprobada para uso bajo un programa especial llamado “System for Thalidomide Education and Prescribing Safety” (S.T.E.P.S., por sus siglas en Inglés). Bajo este programa, únicamente los médicos y farmacéuticos registrados pueden recetar y dispensar thalidomide, y los pacientes deben de estar enterados, acordar y cumplir con los requerimientos del programa.
De forma análoga en la crisis actual, la “toxicidad de los derivados financieros” debe ser estudiada, y luego con mejoras de diseño y de registros de titularidad, seguramente muchos derivados financieros podrán ser usados con gran utilidad en los mercados. La Administración de Drogas y Alimentos (FDA) nació para evitar daños a las personas, para evitar la toxicidad. Basta que hagamos algo semejante en el mundo financiero para que vuelva la confianza de la gente.

Dijo Paul Krugman “¿Qué es lo que ha ocurrido? Mi sensación es que Bernanke, como tanta gente que trabaja estrechamente ligada al sector financiero, ha terminado por ver el mundo a través de los ojos de los banqueros. Lo mismo puede decirse de Timothy Geithner, el secretario del Tesoro, y de Larry Summers, el principal economista de la administración Obama”.

La solución de la crisis excede al sistema financiero y los bancos centrales. La solución pasa por la confianza y por el crédito. Eliminando la toxicidad se generará confianza y facilitando toda forma de crédito, aún el financiamiento no bancario, se incrementará la actividad. Para salir de la crisis no puede dificultarse los créditos no bancarios, al contrario son los bancos los que deben tratar de superar con mejores ofertas las alternativas crediticias no bancarias. Hemos desalentado el oro como moneda, el uso del pagaré con endosos y avales, de la garantía simple e hipotecaria, de la prenda registrada o sin registro, del cheque endosado, y hasta de la “libreta del almacenero, carnicero o verdulero”.

Tampoco se debe demonizar a los banqueros, quienes legítimamente deben buscar sus objetivos personales como bien señalaba Adam Smith con su famosa “mano invisible”, la cual necesita que la dejen trabajar. Tampoco hay que pedirles moderación, solidaridad, filantropía, o que se otorguen créditos a los llamados “ninjas” de Abadía.

Los bancos no son sinónimo de crédito, a lo sumo son el mejor de los medios de financiar la actividad económica, pero solo uno de los tantos. En muchos países latinoamericanos vivimos sin bancos que otorguen créditos a tasas razonables. Los bancos son reemplazados por remesadoras de dinero de emigrantes, oficinas de cobranzas en efectivo como “Pago Fácil” o “Rapipago”, tarjetas de crédito no bancarias como “Italcred” en Argentina, Uruguay, etc.

Hasta los bancos lombardos en el siglo XV el mundo ha funcionado sin bancos, o con poca participación de los bancos en países subdesarrollados. Esperar que esta crisis la resuelvan los bancos centrales keynesianos del siglo XX, manipulando tasas y salvatajes a lobbistas, no parece razonable.

Ya quedó probado que los salvatajes a AIG, Citibank y RBS solo salvó a los banqueros con poder de lobby, y mandó a la quiebra a muchos bancos sin fomentar el empleo o la actividad económica. Además el déficit del presupuesto estatal que luego no se pueden pagar, endeuda a las próximas generaciones, pero no reduce el miedo a la toxicidad.

Autor: Italo Bretti

Nací en Montevideo en 1947. Crecí en Buenos Aires y me recibí de Maestro Normal Nacional en un colegio salesiano. Mi profesión es la ingeniería química. En 1973 egresé de la Universidad Nacional de Buenos Aires, donde también hice un postgrado de Seguridad e Higiene Industrial. Trabajé en industrias químicas, petroquímicas y petroleras. Me dedique al “analisis de riesgos industriales” y pronto me interesé en el analisis de la historia, la política y la actualidad. Creo que ayudando a reflexionar a la gente hay oportunidad de progresar sin violencia, la cual "no es la partera de la historia".

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