LA GUERRA DE IRAK YA FUE GANADA

Siempre la guerra es responsabilidad de las fuerzas armadas. Ganar batallas es la tarea específica de los militares. 

En abril de 2003 se acabaron las principales acciones bélicas en Irak, y hasta se demolió la estatua de Saddam Hussein. Ese fue el fin de la guerra, vista como tareas a realizar por militares. 

Luego los objetivos ya no eran militares. ¿Por qué entonces encararon la reconstrucción de Irak usando fuerzas militares? Es mejor que cada tarea sea encarada por las personas especializadas y preparadas para hacerlas. 

Los políticos y filósofos no habrían ganado las batallas, así como tampoco los militares no pueden solucionar los problemas actuales de Irak. A cada profesional hay que valorarlo según su tarea específica. 

No todos los problemas de política internacional se resuelven con tropas y equipos militares.

Si la idea era llevar la democracia a Irak, era tarea para gobernantes, diplomáticos, políticos, abogados, economistas, educadores, periodistas, filósofos, pensadores, historiadores, etc. pero no para militares. 

Los militares americanos en Irak han intentado hacer cualquier cosa que le pidan para ayudar al fin del conflicto. Al paso del tiempo los soldados que ocuparon Irak empezaron a estudiar el idioma y las costumbres iraquíes, para lograr mejoras en la comunicación, con la esperanza de avanzar en la reconstrucción. 

El tiempo mostró que todo eso estaba muy lejos de la profesión militar, y semejante esfuerzo no dio los frutos esperados. 

¿Por qué no entender esta realidad? La guerra de Irak ya fue ganada, y la post guerra no es de ninguna manera un asunto militar. 

Después de la II Guerra Mundial, en Alemania Federal la democracia y el progreso vino por el Plan Marshall y los aciertos de Konrad Adenauer y Ludwig Erhard, y no por la actividad militar de las tropas de ocupación. 

Más aún, los militares en un principio se oponían a los planes económicos de Erhard. El muro de Berlín no fue consecuencia de éxitos militares, sino de éxitos ideológicos. 

Cada elemento tiene su utilidad específica. Napoleón Bonaparte decía que “uno puede hacer lo que quiera con una bayoneta menos sentarse arriba”. 

El texto de La Declaración de la Independencia americana hizo más por la Revolución, que las mal entrenadas, poco equipadas pero muy meritorias tropas de George Washington. Fueron las ideas y no las armas la base del éxito de La Revolución Americana. 

El “Segundo Ensayo sobre el Gobierno Civil” de John Locke, motivó a Thomas Jefferson. Esta obra a pesar de ser de un inglés, el enemigo circunstancial, fue más útil que muchos esfuerzos militares de los patriotas. 

Quizás sería bueno reconocer que nuestra democracia tuvo su origen en Ciro II el Grande, rey persa quien hasta fue bendecido en la Santa Biblia, por su manera de gobernar atendiendo a las necesidades de sus súbditos. De él aprendieron algunos griegos atenienses, como por ejemplo Herodoto, Jenofonte y Pericles. 

Si el respeto por los individuos evitando las guerras, nació en Persia, no podemos decir que el resto del mundo les está enseñando algo a iraníes e iraquíes. 

Bastaría que ellos profundizaran la historia de Ciro II el Grande, quien hasta logró la adhesión de los fenicios sin batallas y un acuerdo de no agresión con los egipcios, a quienes fácilmente podría haber conquistado según probó su hijo Cambises. 

Este ejemplo, que nosotros hemos seguido en Occidente, puede servir para lograr mejoras en la convivencia iraquí basadas en su propia historia. 

El mismo Alejandro Magno fue respetuosamente a visitar a la tumba de Ciro, porque sabía la contribución que este había hecho a la humanidad. Las fortunas en millones de talentos que Alejandro conquistó nacieron del esfuerzo y visión de Ciro II, quien dos siglos antes había privilegiado el comercio y la producción en paz. 

En suma, reconozcamos a los militares el éxito logrado en 2003 frente a Saddam Hussein y dejemos a quien corresponda por su conocimiento y experiencia la solución de los problemas actuales. Los militares hicieron exitosamente su trabajo, pero los civiles están en deuda. 

No es un número de tropas a enviar a Irak, la cuestión a resolver. Más bien hay que proponer modos de pensar que fundamenten la convivencia pacífica entre los iraquíes y sus vecinos. 

Porque si lo iraquíes no saben que los gobernantes son solo mandatarios, servidores públicos al servicio de los individuos, como hubiera asegurado John Locke, el problema es para todos y no solo para Irak.

Autor: Italo Bretti

Nací en Montevideo en 1947. Crecí en Buenos Aires y me recibí de Maestro Normal Nacional en un colegio salesiano. Mi profesión es la ingeniería química. En 1973 egresé de la Universidad Nacional de Buenos Aires, donde también hice un postgrado de Seguridad e Higiene Industrial. Trabajé en industrias químicas, petroquímicas y petroleras. Me dedique al “analisis de riesgos industriales” y pronto me interesé en el analisis de la historia, la política y la actualidad. Creo que ayudando a reflexionar a la gente hay oportunidad de progresar sin violencia, la cual "no es la partera de la historia".

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