Nunca los tiempos fueron fáciles en ninguna parte del mundo. Siempre hubo que trabajar muy duro para lograr objetivos como tener un hijo. La mayoría de la gente piensa varias veces antes de traer un hijo al mundo. Por lo tanto es razonable que mujeres con grandes dudas ante un embarazo, necesiten ayuda.
El embrión es un ser humano camino a nacer con el derecho individual a la vida. El niño no hereda las virtudes o defectos de sus progenitores. Tampoco son una herencia familiar la inteligencia o la salud. Todos somos independientes de nuestros mayores, por lo tanto todos podemos ser exitosos o fracasados sin relación con nuestra genealogía. Nadie puede asegurar nada sobre el futuro del niño a nacer.
Un nacimiento no deseado puede estar seriamente afectado por carencias de todo tipo durante la infancia, aunque al momento de nacer sea sano y lleno de posibilidades. Sólo con ayuda de todos podrá lograr igualdad de oportunidades. Mucho hubieran perdido las artes argentinas sin Benito Quinquela Martín, pintor argentino (1890-1977) quien fuera niño expósito, o sin Carlos Gardel (1890-1935) si no hubiera sido por la generosidad y el tesón de su madre Marie Berthe Gardes.
En la antigua Roma, el padre tenía derecho sobre la vida de sus hijos y podía matarlos sin ninguno contemplación. Hoy esto ha sido superado y los padres deben respetar todos los derechos individuales de sus hijos, incluyendo el derecho a la vida. Las leyes fijan claramente las obligaciones de los padres y quien no quiera, no sepa o no pueda cumplirlas tiene la oportunidad de recibir ayuda o entregarlo en adopción. Si alguien cambia de opinión sobre su paternidad no puede desentenderse de ella, pues hasta los divorciados deben seguir cumpliendo sus obligaciones.
Si durante una emergencia la vida de alguien depende de otro, hay obligación legal de asistencia. Los marinos desde la antigüedad han tenido “obligación de asistencia al náufrago”, aun cuando tengan perjuicios al brindarla. La asistencia es obligatoria, no remunerada y su incumplimiento penado.
En España existe el “delito de omisión de socorro”. Se aplica a quien sin poner en riesgo su vida, pueda prestar ayuda en grave emergencia, es decir a navegantes, policías, médicos, socorristas y a las personas en general según sus conocimientos.
Entonces, ¿Qué debería hacer una mujer victima de una violación o una mujer arrepentida de su embarazo?
Veamos primero, que debe hacer la sociedad.
¿Qué debemos hacer los que integramos la comunidad ante las mujeres violadas o embarazos no deseados? La sociedad puede brindar ayuda de bajo perfil (manteniendo discreción) o facilitar la posterior adopción del recién nacido.
La mayoría aceptamos los derechos individuales desde la concepción, pero hay quienes no le reconocen derechos individuales al embrión, ni se ponen de acuerdo sobre cuando el embrión empieza a gozar de derechos individuales o si tiene derechos previos a los derechos individuales. Esta minoría considera que además se podría facilitar el aborto.
Si la ayuda sólo incluyera píldoras abortivas o propuestas de aborto gratuito, sería muy fácil y barata de costear, pero inaceptable. El aborto fácil o gratuito, como forma de control de la natalidad, ni siquiera fue planteado por el pesimismo de Thomas Robert Malthus (1766-1834).
El que atenta contra su propia vida, recibe ayuda para superar el problema pero no se lo penaliza. De igual forma la mujer que se sienta inclinada a abortar requiere ayuda, pero no condena.
El aborto afecta el derecho a la vida, pero no debería aplicarse la disuasión basada en el Código Penal.
Hay muchos ejemplos de ayuda basada en el respeto a la vida. Un notable proyecto de Teresa de Calcuta sintetiza todo lo que debe hacerse para defender los derechos individuales del embrión, tutelado por la madre en su vientre. Teresa de Calcuta desarrolló en India hospitales donde se asistían gratuitamente a personas que dudaban en continuar un embarazo o directamente entregarían en adopción al recién nacido. Las mujeres aunque no fueran católicas podían recibir la asistencia gratuita hasta el nacimiento y si cambiaban de idea respecto a la adopción podían retener al niño recién nacido, sin tener que pagar por ello. Ese tiempo de embarazo se convertía en tiempo de reflexión y evitaba el aborto no por disuasión sino por propio convencimiento. Ver información en http://nolomates.catholic.net/
En el Reino Unido hay una ayuda a la reflexión, ofreciendo alternativas, pero mostrando las consecuencias.
En India y China hay abortos por selección de genero, pero condenados por la ley. El problema es la falta de protección a los derechos individuales del feto, dado que si aceptáramos un derecho a abortar, ¿por qué deberíamos negar el consecuente derecho a la selección de género?
Siempre hubo ayuda ante el embarazo no deseado. La Breve Historia de la Casa de Expósitos de Vizcaya (1883-1984) muestra los esfuerzos de una comunidad vasca ante los expósitos. El que escribe es nieto de un niño expósito nacido en 1888 en San Sebastián, Guipúzcoa, quien no existiría sin la ayuda oportunamente recibida por su abuelo. Además es bisnieto de una madre soltera que con amor (generosidad y coraje) supo en 1889 llevar adelante la crianza de su abuela materna.
Hay otras medidas que pueden ayudar, además de la tutela materna.
1) Proteger a las personas vulnerables. Las mujeres inmigrantes abortan 10 veces más que las españolas.
2) Mantener privacidad sobre el estado civil de las personas, en particular de las embarazadas. Hoy en cualquier formulario pueden preguntar “estado civil”, pero cada persona debería tener derecho a no informar cuando no quiera. Eso bajaría la presión / curiosidad de la sociedad sobre la paternidad de un embarazo eventualmente no deseado.
3) Mantener privacidad sobre datos de filiación. No corresponde que sean de conocimiento público situaciones de adopción, abandono/exposición, divorcio de los progenitores, etc.
4) Mejorar la recepción de bebés abandonados. Los “buzones de recepción” existen en Alemania, Republica Checa, Austria, Suiza, Hungría, Italia, Sudáfrica y Japón.
Frente a la violación toda ayuda es conveniente, pero no deben afectarse los derechos individuales del niño por nacer. Podríamos fácilmente imaginar cual sería la opinión sobre el derecho a vivir del embrión tutelado por la madre y la de sus descendientes.
¿Quién puede asegurar que en sus antepasados no hubo algún embarazo, llevado adelante con esperanza y generosidad, con ayuda de la comunidad, superando temores o dudas? Sigamos el ejemplo de muchas madres, que sumergidas en la pobreza, trabajan por sus hijos y se privan de todo para que no le falte nada a ellos.
Trabajemos por “el derecho a no abortar”, es decir el derecho a recibir ayuda para seguir adelante o para lograr la adopción de la persona por nacer.
Quienes le reconocemos derechos individuales al embrión humano, finalmente dejaremos de hablar de aborto.